martes, 1 de marzo de 2016

Las cabras de Es Vedrá, las de tu plato y las del calentamiento global.




Observo callada como la sociedad se indigna, llora y lucha por el terrorífico asesinato de las cabras de Es Vedrá, y lo cierto es que una parte de mi se llena de esperanza al ver como tantísimas personas alzan la voz y los puños por ellas.

Pero, sin entrar a valorar los juicios de ecologistas o animalistas, necesito decir que otra parte de mi también se sorprende hacia ambos sectores.Y aun que todo hay que valorarlo, tanto el trabajo de unas como el de las otras, también he de decir que lo valiente no quita lo cortes y que toda esta historia a ojos de una antiespecista resulta un tanto paradójica.

No voy a meter a todas en el mismo saco porque siempre hay y habrá excepciones pero, después de todo lo leído en redes sociales, noticias en prensa, cartas al director y mas, debo decir que el panorama en su mayoría se compone de la siguiente manera.

Por un lado están las ecologistas, que son aquellas que en algunos casos alardean de sus años de carrera como biólogas para justificar la matanza, y que matarían por sus plantas endémicas, dicho sea de paso, es lo que hacen. Y por el otro, están las animalistas de base que en su gran mayoría se dedican a proteger a todo perro o gato que se cruce en su camino, pero que no suelen ir mucho mas allá de eso, salvo algún caso divertido de tiernos roedores o lindos conejitos a los que acoger.

Las primeras, las ecologistas/biólogas, salvadoras de los montes y del ecosistema mundial, se dedican a justificar esa matanza por el bien del mundo, curiosamente hasta les sabe mal que haya tenido que ser así, pero están satisfechas de un buen chuletón cuando llegan a casa después de plantar encinas todo un domingo, y ni de lejos se plantean el gravísimo impacto que conlleva el consumo de origen animal para el planeta, de hecho, y por si alguna lo leyera, contamina mas un ecologista en bicicleta que un vegano en un 4x4.

Las segundas, las animalistas, grandes poseedoras de las voces de los sin voz, de los peluchitos, peluditos o lo que sea, se dedican a desgarrarse la voz gritando que no maten a las cabras de Es Vedrá y a dejarse los ojos y las horas comentando en todo tipo de posts de las redes sociales que es una autentica aberración lo que se ha hecho allí, que los políticos son unas bestias, y un largo sin fin de insultos y blasfemias, toda una paradoja teniendo en cuenta que después de eso, son mayoría las que no tienen ningún reparo en zamparse unas chuletitas de cordero a la plancha con sus patatitas.

Hay compañeras que no son así, que son coherentes con sus palabras, eso también es cierto, pero para todas aquellas que se sacan la espada del orgullo de causas y las esgrimen como una bandera intocable sin pararse a pensar en esto, debo decir que os que acompaña la incoherencia mas absoluta del mundo.

Unas se matan a comprar pepinos locales en sus cestas de mimbre y luego parece darles igual que el impacto de la industria cárnica sea la grandísima culpable de la deforestación mundial de las selvas así como de la contaminación de ríos, lagos y mares, y compran sin pudor esa carne por la cual se contamina hasta un 40% mas que toda la empresa mundial de transportes, coches, aviones, motos, autobuses, trenes, barcos...etc. Justifican sin reparos la matanza de unos seres inocentes que como mucho contaminan con conguitos de caca, por una camomila, pero luego ni siquiera tienen el valor de al menos esterilizarse a si mismas y hacer un simple control de su propia especie, justamente la mas destructiva.

Otras, se rompen la camisa y hasta lloran sumidas en verdaderas depresiones por los animales, pero no reparan en que esa cabra es la misma cabra que mata el payes, la misma cabra que violan una y otra vez para la producción de ese maravilloso queso de cabra, a la cual asesinan sin piedad, con dolor, sangre y miedo, para hacer un guisado, una mochilita o pulserita de cuero hippie, la misma que se sirve caliente en un plato. No reparan en que ellas mismas son culpables del peor de los asesinatos en masa de la historia de la humanidad participando con su consumo del asesinato de mas de 1.000 animales por segundo, 1.000 animales igual de valiosos que las cabras de Es vedará, igual de sintientes que ellas y que han sagrado lo mismo, o mas.

Si las causas que defendemos no van de la mano de la coherencia nuestras palabras pierden toda credibilidad y la lucha se transforma en una guerra de simples banderas, de sucia política, de egos, y todo el dolor y la muerte de las víctimas, se acaba prostituyendo por un puñado de buenas intenciones que a ellos, a los animales y al medioambiente, no les sirven de nada.

Espero que, a parte de haber levantado alguna que otra ampolla, se planteen que no es cuestión de purismo, es cuestión de realidades como puños por las cuales luchamos todas sin cesar, realidades que matan, realidades que se están cargando este mundo, y no por gustarnos menos, dejarán de ser una realidad si no nos quitamos la bandera de la que presumimos de delante de nuestros ojos.

Todas son las mismas cabras, las del matadero, y las del calentamiento global.




1 comentario:

  1. Que rabia tengo. Mi marido trabaja en investigación animal, comento el tema y me responde en 1º persona es que no podemos tener sobrepoblación, la sarna sarcoptica es un peligro ...y en todos los países se hace esto MATAR, ASESINAR .....como va,os a avanzar si la gente que se llaman "científicos" tiene por solución el tiro en la sien .....

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